mis lagrimas secándose en tu seno,
no serán par de mi arrepentimiento.
He tomado lo que no es mio
y me dijiste no robarás, es mi culpa madre santa.
He llorado corazones rotos entre muslos comprados,
le mentí a tus ojos, me vi en ellos y me creí, solo, en un abrazo tuyo,
no administro bien nada, ni las palabras.
No he sido el amante que quisieras que fuese,
pero he amado con locura,
y este es mi último pecado, oh madre.
Mi vida no es tuya, ya no más,
lo fue por mis años, mis turbios años
ahora estoy viejo y desconsolado.
¡Madre, lo siento y lo siento tanto!
Porque se te pintará una sonrisa al final de la noche
al escucharme sollozar desde el otro cuarto,
el orgullo vestirá tu vientre y el dolor, se habrá ido
cuando comprendas que la amo.
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