noviembre 05, 2012

Octubre de Miseria

Se me hace difícil tragar todo lo que no sea licor, me raspa la garganta cual si fuese una mezcla perfectamente mesurada, por su habilidad culinaria, entre brea y vidrio. Ese lugar  inhóspito donde no están sus besos, esa distancia incauta de nuestros rostros, huele tan mal, que no lo puedo tragar, siento un mundo venir que ya no es ron ni vinagre, es una cuchara que viaja a la velocidad del pensamiento repleta de aceite de bacalao acercándose peligrosamente hacia  mi boca vacía del sabor de su sexo, la quiero ver cerca, quiero estar de rodillas a los pies de su cama, que sienta mis manos clamar por sus caderas y entre un pairo y una deriva mínima, penetrarla sin más que pensar, nada que medir o describir, penetrarla y verla sentirme arraigado en sus profundidades carnales como esta ella enterrada en el pecho el mio.

En resumen abierto, lectores, quiero tenerla de nuevo, me encantaría sin duda, para coquetear de nuevo con la idea de los pasillos blancos de la universidad, sin embargo debo contarles, no era el aroma de nada en la universidad, ni era lo rubio de sus cabellos lo que me hacia suspirar los mas perversos romances, deseos y venganzas a sus espaldas, ni siquiera eran todas las manchas que ella protagonizó en mi ropa interior si no su sexualidad innata, las piernas de oro blanco con sus zapatos marrón que estorban al pie de la cama y se tambalean con cada empujón y cada gemido de su voz ronqueta y deseosa, mis desventuras son impulsadas mas que por la prohibición o el capricho por la inmaculada pieza de piel inversa de entre sus pierna que espera ser lamida por mi lengua perforada y enterrar mis labios en los suyos encontrándonos entre cuatro paredes mal puestas y un sol de temporada del ante penúltimo mes de colores otoñales y calores matutinos.

Este es el desenlace de un octubre maldito, de un setiembre anunciador y un noviembre de incertidumbre.


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