diciembre 17, 2007

Ella olia como deberia oler (Zurda II )

Porque habrá quienes digan, que el motivo de sus amores, huelen como los angeles deben oler o a cientos de rosas y aceite del medievo, a un moño alto y a channel #5, pero ella huele como solo ella debería de oler; Así los martes, cuando se que no está cerca, me sucede de lo que tanto me canso, de estar tan cerca pero sin encender el cigarro del final, de el amor solo y pensando en ella y de verla venir con los ojos cerrados con su olor a bisutería y a flor de loto, a sudor de medio día y a sangre de lagartija, a cerveza clara y a final triste, de leyenda europea.

Pero, que patético, el hacedor de este borrador, que como un siervo de la voluntad siniestra, no se toma en cuenta cuantas veces se vive soñando con una sonaja, cuando ha de necesitar un cañón y cambiarle el olor a cosas frescas y a gel para el cabello recién puesto por el humo de la guerra, vestirla de verde y cambiar la flor en el ojal, por un cuchillo entre los dientes, cavar un lecho y plantar en cabecera una flor, para que solo ella pueda opacar el olor que despide la pudredumbre y los pistilos de aquel tulipán morado que alguna vez quiso arrancarle una sonrisa y ahora me arranca el corazón a mi de un recuerdo inútil, de un pedazo más de corazón desgarrado y de tanto sueño, de tantos días de caminar por esos pasillos de negros colores, de ventanas tan limpias que dan asco, por que la puedo ver allí sentada como si nadie más la oliese, como si nadie más percibiera que no son rosas, que no es perfume, ni bisutería, no es incienso y no es amor, es el hedor de mi estupidez , es como verme en un espejo y caer en cuenta de que acabo de matar al hombre del reflejo por puro despecho, y ahora solo queda un niño que no sabe hablar, que no tiene mucho que decir, nada que escribir y mucho por llorar cuando la huele cerca.

y al fin ella no huele como los ángeles han de oler, ni a flores o a nada que no sea, el olor de su cuerpo, sentencian dome a cumplir una condena interminable mirando la por la ventana que está tan limpia que ni quiero comer cerca ella.

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