Mi Estimado San Judas Tadeo: Mi Enfermera (II)

No soy un hombre de religión, pero me pareció adecuado escribir esto por que tuve la fortuna de ser tan desafortunado que me topé la historia de San judas Tadeo, el cual no fue quien traicionó a Jesús; Ese fue Iscariote, pero bien, la historia va así:

Las personas en el medievo, rezaban a los santos, no muy diferente a nuestra época, más no a Judas Tadeo, pues este es el santo de las causas perdidas, debido a que los creyentes tenían miedo de ser escuchados por el Iscariote, quien se considera malvado y perdonado por el asunto de su traición; estas suplicas eran Contadas y como el concepto de "a Dios rogando y con el maso dando", es muy poco practicado, los fieles rogaban a Tadeo cuando no quedaba más que hacer por una causa como la mía.

Yo además de ser despreciable y no tener ni donde caer muerto, soy un siervo del amor, soy un esclavo de la esperanza y bien soy guerrillero, de esos que en los días de montaña se dedican a cavar una fosa y plantan una flor donde debería ir una lapida con un epitafio muy elocuente y revolucionario, para que la simplicidad de sus pétalos grite: Revolución o amor o distancia de lo que se ama, soy un poco menos que las madrugadas con lluvia que a nadie le importan y los pasos de las mujeres que nadie se digna a escuchar, por eso por mi insignificancia le he rogado a Santa María siempre virgen y a San Antonio lo tuve de cabeza el mismo tiempo que santa Teresa curó leprosos en Kalcata y como no me queda de otra que rogar a Judas.

Oh San judas Tadeo ponérmela lo suficientemente cerca como para que escuche su nombre dictado por compases de sangre de mi corazón exhausto de llamarle y ve pueda ver en mis ojos los días enteros de noches incompletas en las que no duermo por imaginarla escuchándome tocar el violín que no tengo y con el valor que me falta para tomarla de los brazos y agitarla violentamente para decirle que me tome como trago de licor amargo y cierre los ojos, contenga la respiración y por un instante incomodo me deje hacerla feliz o por lo menos morir en el intento.